Yo ya sabía que la construcción de una startup sería difícil. Sabía que iba a ser lento. Sabía que teníamos que hacer un montón de “customer development” y crear algo que la gente quisiera
Cuando decidí emprender y poner en marcha mi startup, ya sabía que sería un desafío. Conocía las dificultades que enfrentaría, la lentitud del proceso y el trabajo arduo necesario para construir algo que realmente conectara con las personas. Lo que no sabía era lo que vendría en los detalles del día a día. Hoy quiero compartir algunas de las lecciones más valiosas que he aprendido en este viaje, con la esperanza de que te ayuden a evitar algunas de las sorpresas que yo encontré.
1. El correo electrónico es tu mejor amigo… y tu peor enemigo
Alguien me preguntó recientemente cómo es un día típico en mi empresa. Tras pensarlo un poco, me di cuenta de que gran parte de mi jornada comienza y termina con correos electrónicos. Desde responder dudas de los usuarios hasta coordinar ideas con mi cofundador, el correo electrónico es el núcleo de nuestra comunicación.
Al principio, no anticipé la cantidad de tiempo que pasaría gestionando el servicio de atención al cliente, respondiendo preguntas, haciendo seguimientos de errores y ayudando a los usuarios. También está la atención al cliente proactiva, es decir, buscar usuarios que podrían necesitar ayuda antes de que pidan asistencia. Todo esto se hace a través del correo electrónico, y debo admitir que al principio fue abrumador.
Además, todo el networking ocurre en la bandeja de entrada. Enviar correos para organizar reuniones, hacer presentaciones a personas clave, o simplemente intercambiar consejos y reflexiones con otros emprendedores ocupa una buena parte de mi tiempo. Al final del día, mi bandeja de entrada está repleta de mensajes, cada uno con su propia prioridad.
2. El networking no es tan sencillo como parece
El networking es algo que me había preparado para hacer, pero lo que no anticipé es lo agotador que puede llegar a ser. Cuando empecé, pensé que se trataba solo de hacer nuevas conexiones y presentaciones. Sin embargo, rápidamente me di cuenta de que gran parte del networking en el mundo de las startups se convierte en un juego, una especie de desafío para conectar con las personas adecuadas.
En el camino, descubrí que LinkedIn es una herramienta casi obligatoria, aunque no sea mi favorita. Aunque al principio me resistí, no pude evitarlo. Lo que me sorprendió fue ver cuántas conexiones eran superficiales. Cuando intentaba acercarme a alguien que me podría ayudar, las conexiones eran débiles y no llevaba a una verdadera introducción. Esto me hizo darme cuenta de que no todos los contactos valen lo mismo, y que a menudo, el networking es más un desafío mental que una estrategia productiva.
3. Conseguir feedback es más difícil de lo que parece
Una de las mayores sorpresas fue lo difícil que es conseguir feedback genuino de los primeros usuarios. Sabía que debía hablar con los clientes, escuchar sus problemas y entender si realmente estábamos resolviendo algo importante para ellos. Lo que no sabía es que pedir «feedback» de manera vaga raramente da los resultados esperados.
La clave, como aprendí de Francisco, uno de los cofundadores de YourGrocer, es pedirles que hablen sobre todo el proceso de interacción con tu producto. Desde que pensaron en comprarlo, hasta cómo lo usaron. Al pedirles que cuenten su experiencia de manera narrativa, puedes obtener más insights que simplemente pidiendo que te den una opinión.
Este enfoque permite que el cliente te dé más información de la que esperas, a menudo sin darse cuenta. Es un proceso de aprendizaje continuo que ayuda a ajustar el producto y hacerlo más útil.
4. Las sorpresas son inevitables
Poner en marcha una startup es un proceso impredecible. A pesar de que hice todo lo posible por prepararme, hay muchos aspectos que no se pueden conocer hasta que realmente estás en medio de la batalla. Desde la gestión del tiempo, hasta las sorpresas con el comportamiento de los usuarios y los retos inesperados, siempre hay algo nuevo por aprender.
En resumen, emprender es un viaje impredecible y lleno de lecciones. Lo que me hubiera gustado saber al principio es que muchas de las dificultades que enfrentas no se pueden anticipar, pero forman parte del proceso de crecimiento. Sin embargo, esas dificultades son las que realmente nos enseñan las lecciones que valen la pena. La clave es mantenerse flexible, aprender de los errores y, sobre todo, no tener miedo de pedir ayuda cuando sea necesario.

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