La filosofía de Ludwig Wittgenstein, especialmente sus profundas reflexiones sobre el lenguaje y la lógica, ha tenido una influencia inmensa y a menudo subestimada en ca9mpos tan diversos como la inteligencia artificial. Aunque no siempre de manera explícita, sus ideas fundamentales sobre el significado, la ambigüedad y los límites de lo que puede decirse sientan las bases para comprender cómo construimos sistemas que interactúan con el lenguaje, desde los lenguajes de programación hasta los bots conversacionales y las búsquedas en línea.
Para comprender esta influencia, es esencial distinguir las dos fases principales del pensamiento de Wittgenstein: el «primer Wittgenstein» del Tractatus Logico-Philosophicus y el «segundo Wittgenstein» de las Investigaciones Filosóficas.
El Primer Wittgenstein: Lógica, Lenguaje y Realidad como un Espejo
En su obra temprana, el Tractatus Logico-Philosophicus, Wittgenstein desarrolla una forma de atomismo lógico. Esta doctrina se fundamenta en la idea de que el mundo se compone de hechos, no de cosas aisladas. Un hecho es la existencia de «hechos atómicos», que son combinaciones de «objetos» o entidades simples. Para él, el lenguaje es una «figura» o «modelo» de la realidad, y las proposiciones (enunciados con sentido) reflejan la estructura lógica de los hechos que representan.
Esta «teoría de la imagen» o «teoría figurativa» postula una isomorfía estructural entre el lenguaje y la realidad. Los elementos de una proposición (los nombres) representan objetos, y la forma en que estos elementos se relacionan en la proposición replica la forma en que los objetos se relacionan en un hecho. El significado de una palabra o un nombre se establece por su referencia a un objeto. Solo las proposiciones elementales (las más simples) son isomórficas, mientras que las proposiciones complejas pueden incluir elementos sin correlatos directos en la realidad.
Una premisa central es que el lenguaje natural, o «lenguaje corriente», a menudo «disfraza el pensamiento» y su lógica, lo que puede conducir a errores filosóficos fundamentales. Por ello, Wittgenstein consideraba necesario un lenguaje lógicamente perfecto con una sintaxis clara que evitara ambigüedades y sinsentidos. Su filosofía se veía como una «crítica del lenguaje», una actividad para la «clarificación lógica de los pensamientos».
En este contexto, Wittgenstein hace una distinción crucial entre proposiciones con sentido (que describen hechos o estados de cosas posibles y pueden ser verdaderas o falsas al compararse con la realidad) y pseudoproposiciones. Dentro de estas últimas, distingue entre:
- Tautologías y contradicciones (sinnloss): Proposiciones lógicas que, aunque gramaticalmente correctas, no dicen nada sobre el mundo porque su verdad o falsedad se determina solo por su forma lógica. No tienen sentido en el sentido de referirse a un hecho, pero no son «absurdas».
- Proposiciones sin sentido o absurdas (unsinnig): Aquellas que intentan hablar de temas que están más allá de los límites del lenguaje significativo, como la metafísica, la ética o la estética. Wittgenstein sostiene que estos temas no pueden expresarse con proposiciones con sentido porque no se refieren a hechos en el mundo. Él argumenta que estas verdades «se muestran», pero no pueden «decirse».
Esta obsesión por la precisión y la estructura lógica del lenguaje es directamente relevante para la creación de lenguajes de programación. Estos requieren una sintaxis rigurosa y una semántica unívoca para que las máquinas puedan «entender» y ejecutar instrucciones sin ambigüedades. El ideal de un lenguaje perfecto del Tractatus puede verse como un precursor filosófico de los lenguajes formales que hoy impulsan la computación.
El Segundo Wittgenstein: Juegos de Lenguaje y Significado como Uso
Después del Tractatus, Wittgenstein abandonó muchas de sus ideas tempranas, marcando un giro radical en su pensamiento. En sus Investigaciones Filosóficas, rechaza la noción de un único lenguaje ideal y la teoría referencial del significado. En cambio, propone que el lenguaje no tiene una esencia común, sino que se manifiesta en una pluralidad de «juegos de lenguaje», que son diversas maneras de usar el lenguaje, ligadas a «formas de vida» específicas.
La nueva tesis fundamental es que el significado de una palabra o proposición está determinado por su «uso» en un contexto específico. Ya no se trata de que una palabra nombre una cosa, sino de cómo se emplea y qué reglas se siguen en una determinada actividad lingüística. La filosofía, en esta etapa, se convierte en una «investigación gramatical» o «descripción de los usos lingüísticos», cuyo objetivo es disolver los problemas filosóficos que surgen de la confusión en el uso del lenguaje cotidiano, funcionando como una «terapia» para el entendimiento. Una proposición es ahora «absurda» si se intenta usarla en un juego de lenguaje al que no pertenece.
Wittgenstein y la Inteligencia Artificial: ¿Cómo saber si una máquina piensa? ¿Qué significa realmente entender?
Aunque las fuentes proporcionadas no establecen una conexión directa entre Wittgenstein y Alan Turing, las preocupaciones de Wittgenstein sobre la naturaleza del lenguaje, la lógica y el significado son profundamente relevantes para las preguntas que Turing planteó sobre la inteligencia artificial y la capacidad de las máquinas para «pensar» o «entender».
Las preguntas «¿Cómo saber si una máquina piensa?» o «¿Qué significa realmente entender?» nos llevan directamente al corazón de las ideas de Wittgenstein.
- Para el primer Wittgenstein, una máquina podría «pensar» si pudiera construir proposiciones lógicas que «figuren» hechos del mundo de manera precisa. El «entendimiento» sería la capacidad de correlacionar símbolos con estados de cosas de forma unívoca. Esto resuena con la programación de sistemas expertos basados en lógica formal.
- Sin embargo, el segundo Wittgenstein presentaría un desafío mucho mayor. Si el significado es «uso» y está intrínsecamente ligado a una «forma de vida» (es decir, el complejo entramado de actividades, costumbres y relaciones humanas en las que se inserta el lenguaje), ¿cómo podría una máquina, que carece de experiencia vital humana, «entender» en el mismo sentido que un ser humano?. La famosa frase de Wittgenstein, «Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo», que en el Tractatus se refiere a los límites de la lógica y lo pensable, en sus últimas obras podría interpretarse como una limitación arraigada en la experiencia y las formas de vida individuales. Una máquina, por muy avanzada que sea, carecería de un «mi mundo» en el sentido experiencial y existencial humano.
Esta evolución de su pensamiento es crucial para el desarrollo de la IA moderna:
- Bots conversacionales: La dificultad de los bots para manejar la ambigüedad del lenguaje natural y para participar en conversaciones genuinas (más allá de respuestas programadas) ilustra el desafío de la visión del segundo Wittgenstein. Los bots deben intentar simular «juegos de lenguaje» específicos para dar la impresión de comprensión, pero su «entendimiento» no se basa en una forma de vida compartida. El éxito de un bot depende de qué tan bien sus reglas de «uso» se alineen con las expectativas del «juego de lenguaje» humano.
- Búsquedas de Google y procesamiento de lenguaje natural (NLP): La evolución de las búsquedas de Google, de simples coincidencias de palabras clave a la comprensión de la intención del usuario en lenguaje natural, refleja el paso de una concepción referencial (palabra=significado) a una pragmática (significado=uso). Los algoritmos de NLP, al intentar desentrañar el contexto y la semántica implícita en las frases, están lidiando con la complejidad y la multiplicidad de los «juegos de lenguaje» de la vida real.
- La paradoja del Tractatus y la «escalera»: El propio Wittgenstein afirmó que las proposiciones de su Tractatus eran «sinsentidos» que debían ser «descartados como una escalera» una vez que el lector hubiera ascendido a una comprensión más profunda. Esto implica que la filosofía no es una ciencia que produce verdades, sino una actividad que clarifica. Esta autocrítica radical plantea una pregunta fundamental para la IA: ¿puede una máquina no solo procesar información, sino también comprender sus propios límites y la naturaleza de su propio «conocimiento»?
En resumen, la filosofía de Wittgenstein, desde su búsqueda de un lenguaje lógicamente perfecto hasta su reconocimiento de la multiplicidad de los usos lingüísticos, ha proporcionado un marco conceptual fundamental para el análisis del lenguaje. Aunque sus ideas no se aplicaron directamente al diseño de los primeros computadores, sus reflexiones sobre cómo el lenguaje representa la realidad (o no la representa), cómo se construye el significado y cómo se resuelven las ambigüedades, son el telón de fondo filosófico contra el cual se desarrollan los esfuerzos por enseñar a las máquinas a procesar, entender y generar lenguaje. Sus preguntas sobre la relación entre el lenguaje, el pensamiento y el mundo siguen siendo pertinentes mientras la inteligencia artificial avanza, impulsándonos a cuestionar no solo lo que las máquinas pueden «decir», sino también lo que pueden realmente «entender» y si pueden, en última instancia, «pensar» en un sentido que trascienda la mera simulación.

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