La cultura de masas, surgida con fuerza en la década posterior a la Segunda Guerra Mundial, trajo consigo una explosión de medios híper-mercantilizados como revistas, cine, radio y televisión, que configuraron la vida de las personas a un nivel profundo. En este contexto, el semiólogo y filósofo francés Roland Barthes emergió como una figura clave, considerado el primer intelectual de alto nivel en explicar el verdadero significado de nuestra cultura pop más mundana. Su obra «Mitologías«, publicada originalmente en 1957, es el caldo de cultivo de su «sabor crítico» y el lugar donde básicamente inventó lo que hoy conocemos como crítica cultural. Barthes se propuso desmitificar los «mitos» de la cultura de masas, demostrando que todo, incluso lo aparentemente trivial, significa algo.

En «Mitologías», Barthes abordó una variedad de temas, desde la lucha libre profesional hasta los anuncios de jabón y, crucialmente, los juguetes de los niños. Su análisis de los juguetes franceses tradicionales en particular, ofrece una mirada profunda sobre cómo estos objetos cotidianos funcionan como poderosos instrumentos para perpetuar normas y roles adultos, condicionando a los niños para su futuro en la sociedad.

El Juguete como Microcosmos Adulto y Reproducción Social

Para Barthes, el adulto francés ve al niño como un igual en miniatura, un «homúnculo» al que se le deben proporcionar objetos de su tamaño. Esta concepción se refleja en los juguetes habituales, que son esencialmente un microcosmos adulto, reproducciones reducidas de objetos humanos.

Barthes argumenta que las formas inventadas en los juguetes son muy escasas. A excepción de algunos juegos de construcción que promueven formas dinámicas y la tendencia a armar objetos, la gran mayoría de los juguetes franceses siempre significan algo y ese significado está completamente socializado. Estos juguetes están constituidos por los mitos o las técnicas de la vida adulta moderna, incluyendo el ejército, la radio, los correos, la medicina (maletines de médico, salas de operación para muñecas), la escuela, el peinado artístico (cascos rizadores), la aviación (paracaidistas), y los transportes (trenes, Citröens, lanchas, motonetas, estaciones de servicio), e incluso la ciencia (juguetes marcianos).

Esta prefiguración literal del universo de las funciones adultas prepara al niño para que las acepte en su totalidad. Genera en él, antes de que reflexione, la seguridad de una naturaleza que siempre ha creado soldados, empleados de correos y motonetas. El juguete, según Barthes, entrega un «catálogo de todo aquello que no asombra al adulto: la guerra, la burocracia, la fealdad, los marcianos, etc.».

El Niño como Usuario, No Creador

Uno de los puntos centrales de la crítica barthesiana es que, frente a este universo de objetos fieles y complicados, el niño se constituye apenas en propietario, en usuario, jamás en creador. No inventa el mundo, lo utiliza. Se le preparan «gestos sin aventura, sin asombro y sin alegría». El niño se convierte en un pequeño propietario sin preocupaciones, a quien se le proporcionan los resortes de la causalidad adulta ya listos, solo tiene que servirse de ellos, nunca tiene que lograr algo.

En contraste, Barthes señala que un juego de construcción, si no es demasiado refinado, implica un aprendizaje del mundo muy diferente, donde el niño no crea objetos significativos con nombres adultos, sino que ejerce una «demiurgia»: crea formas que se mueven, que giran, crea una vida, no una propiedad. Sin embargo, esta es la excepción; de ordinario, el juguete francés es un juguete de imitación, que busca formar niños usuarios, no niños creadores.

La Sustancia de los Juguetes: De la Madera al Plástico

El «aburguesamiento» del juguete no solo se manifiesta en sus formas funcionales, sino también en su sustancia. Barthes lamenta que los juguetes corrientes estén hechos de materiales desagradables, productos de un proceso químico en lugar de la naturaleza. El material plástico, en particular, muestra una apariencia «grosera e higiénica a la vez», que extingue el placer, la suavidad y la humanidad del tacto.

Un signo «consternante» es la progresiva desaparición de la madera, un material que Barthes considera ideal por su firmeza, suavidad, y el calor natural de su contacto. La madera, a diferencia del plástico, elimina las esquinas demasiado agudas y el frío químico del metal. Cuando un niño la manipula, no vibra ni chirría, sino que produce un sonido sordo y limpio. Es una sustancia familiar y poética que permite al niño una continuidad de contacto con la naturaleza. La madera no se descompone, no se rompe, sino que se gasta, pudiendo durar mucho tiempo y «crecer con el niño». Barthes concluye que los juguetes de madera hacen «objetos esenciales, objetos de siempre», mientras que los juguetes químicos mueren rápido y no tienen «vida póstuma» para el niño.

¿Cómo los mitos y signos de la cultura de masas construyen nuestras percepciones de la realidad?

Roland Barthes, una figura central en la semiótica y la crítica cultural, explicó cómo los mitos y signos de la cultura de masas construyen nuestras percepciones de la realidad al impregnar los objetos y fenómenos cotidianos de significados que, de otro modo, permanecerían ocultos. Para Barthes, la cultura de masas surgida tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en una nueva mitología, configurando la vida de las personas a un nivel profundo.

A continuación, se detalla cómo se produce esta construcción de la realidad:

1. El mito como discurso dominante y su estructura

Barthes sostuvo que el funcionamiento de la cultura de masas es análogo a la mitología. Para él, el mito es un habla que justifica un discurso dominante. No se trata de mitos antiguos, sino de narraciones y creencias convencionales que se presentan como verdades evidentes. Esta «mitología» se construye a partir de un sistema de signos, que Barthes desglosó en tres elementos interrelacionados:

  • Significante o Forma: Es lo que se percibe (un hecho, imagen, acción, objeto) en su literalidad, desprovisto de interpretaciones. Es el objeto en sí.
  • Significado o Concepto: Es lo que se añade a la interpretación del significante, las asociaciones sociales o culturales que evoca. Este no está presente en la literalidad del objeto.
  • Significación o Signo (el mito como tal): Es la síntesis de los dos elementos anteriores, la combinación de la literalidad percibida y las interpretaciones añadidas.

Con este esquema, Barthes demostró que los signos y símbolos de la cultura de masas sirven para justificar y asentar roles sociales preexistentes. Lo que consideramos natural y cotidiano es a menudo interesado y busca perpetuar ciertos discursos velados.

2. Los objetos como «funciones-signo» y el «doble movimiento»

Barthes explica que los objetos no solo transmiten información sobre su función utilitaria, sino que también comunican un sistema de signos y significados, adquiriendo connotaciones existenciales y tecnológicas. Propone el concepto de «funciones-signo» para los signos semiológicos con un uso originalmente funcional. El proceso por el cual estas funciones se convierten en signos de sí mismas es un «doble movimiento»:

  1. Primera parte: Una función (objeto, gesto, imagen) se adopta para uso general y la mente colectiva de una cultura la impregna de significado, convirtiéndola en un signo de sí misma.
  2. Segunda parte: Una vez constituido el signo, la función misma (el objeto) lleva las connotaciones de su signo.

Un ejemplo claro es un casco de obra: su función es proteger, pero se convierte en un signo de las obras de construcción y los trabajadores, al punto de que una organización utiliza el nombre «Helmets to Hard hats» para ayudar a veteranos a encontrar trabajo en la construcción. Esta «naturalización del sentido» hace que el significado sea percibido como natural, aunque haya sido constituido social y culturalmente.

3. La construcción de la realidad a través de los juguetes y la publicidad

El análisis de los juguetes infantiles es un ejemplo primordial en la obra de Barthes sobre cómo se construyen las percepciones de la realidad.

  • Juguetes como «microcosmos adulto» y prefiguración de roles: Para Barthes, los juguetes son un «microcosmos adulto», reproducciones reducidas de objetos humanos que preparan al niño para aceptar el universo de las funciones adultas en su totalidad, sin cuestionarlas. Por ejemplo, las muñecas que orinan preparan a las niñas para la «causalidad doméstica» y su futuro papel de madres, mientras que un cinturón de herramientas socializa a los niños para ser «el hombre fuerte de la casa». Esto genera en el niño la seguridad de una «naturaleza» que siempre ha creado soldados, empleados de correos y motonetas.
  • Limitación de la creatividad y fomento del consumismo: Los juguetes, al ser fieles y complicados, convierten al niño en propietario o usuario, no en creador. Se le proporcionan los resortes de la causalidad adulta ya listos, limitando su imaginación a la única función que el juguete le brinda.
  • Sustancia de los juguetes y sus connotaciones: La «aburguesamiento» del juguete se refleja también en su material. Barthes lamenta la desaparición de la madera, una sustancia «familiar y poética» que permite al niño un contacto continuo con la naturaleza y una duración que «crece con el niño». En contraste, el plástico, un material químico y desagradable, introduce una «cenestesia del uso, no del placer», simbolizando el consumo masivo y la fugacidad.

La publicidad y el marketing también juegan un papel crucial en la construcción de estos mitos. Los estudios contemporáneos corroboran las ideas de Barthes:

  • El 68% de los vídeos con publicidad de juguetes en plataformas digitales (YouTube, Facebook, Instagram, TikTok y Twitter) incluyen representaciones de estereotipos de género, casi el doble que en la televisión lineal (35%). Este porcentaje se eleva al 90% en vídeos protagonizados por influencers infantiles.
  • En la publicidad, a las niñas se les ofrecen juguetes que recrean roles de maternidad y cuidado en entornos rosas o pastel, mientras que a los niños se les ofrecen juguetes de acción con colores vivos u oscuros. Esto se refleja en la narrativa publicitaria, donde las niñas ríen y lloran, y los niños se preparan, activan y ganan.
  • Estos mensajes no solo refuerzan los estereotipos, sino que también condicionan las oportunidades y el desarrollo de niños y niñas, influyendo incluso en sus aspiraciones profesionales futuras. Por ejemplo, un estudio del CAC de 2020 indica que el 77.2% de los vídeos de youtubers infantiles que muestran juguetes incluyen estereotipos de género.
  • Aun cuando la publicidad parece evolucionar, algunos valores sexistas se perpetúan, con una clara segmentación por sexo en función del juguete. En la publicidad «feminizada», los niños a menudo desempeñan roles pasivos, actuando como «observadores o ayudadores» en lugar de interactuar directamente, lo que mantiene el mensaje subyacente de que son «juguetes para niñas».

En resumen, los mitos y signos de la cultura de masas, a través de elementos aparentemente triviales como los juguetes y la publicidad, operan para marcar y jerarquizar grupos sociales, ignorando habilidades y circunstancias individuales. Barthes nos enseña que todo significa algo, especialmente aquello que intenta parecer más allá del significado, y al desvelar estas «mistificaciones», podemos comprender mejor cómo la cultura y la sociedad construyen la realidad que experimentamos.

Desvelando los Mitos: La Estructura del Signo en el Juguete

Barthes, influenciado por el estructuralismo y la lingüística de Saussure, aplicó este enfoque al análisis social, viendo los fenómenos sociales como un sistema de signos. Para él, el mito es un habla que justifica un discurso dominante. El mito se compone de tres elementos:

  • Significante o Forma: Lo que se percibe (un hecho, imagen, acción, objeto) en su literalidad, desprovisto de interpretaciones.
  • Significado o Concepto: Lo que se añade a la interpretación del significante, las asociaciones sociales que evoca.
  • Significación o Signo: El mito como tal, la síntesis de los dos elementos anteriores, una combinación de la literalidad y las interpretaciones añadidas.

Al aplicar este esquema a los juguetes, Barthes desvela cómo la literalidad del objeto (el significante) se carga de significados sociales (el significado) para formar una significación mítica que perpetúa roles y normas.

¿De qué manera los juguetes reflejan y perpetúan los valores sociales y roles adultos?

Los juguetes reflejan y perpetúan los valores sociales y los roles adultos de diversas maneras, según el análisis de Roland Barthes en sus «Mitologías» y los conceptos semiológicos presentados en las fuentes:

  • Microcosmos adulto y preparación para roles futuros: Los juguetes franceses tradicionales son esencialmente un «microcosmos adulto», reproducciones a escala reducida de objetos humanos. Esto tiene la función de prefigurar y preparar al niño para aceptar el universo de las funciones adultas en su totalidad, sin cuestionarlas. Se le genera al niño la seguridad de que la «naturaleza» siempre ha creado soldados, empleados de correos o motonetas. Por ejemplo, las muñecas que orinan «condicionan» a la niña para su futuro papel de madre y la «causalidad doméstica». Un cinturón de herramientas para niños los prepara para ser «el hombre fuerte de la casa».
  • Limitación de la creatividad y fomento del consumismo: Ante este universo de objetos fieles y complejos, el niño se constituye principalmente como propietario o usuario, nunca como creador. Se le preparan «gestos sin aventura, sin asombro y sin alegría». Los resortes de la causalidad adulta le son proporcionados listos para usar, sin que tenga que inventarlos. Barthes critica que esto impide que el niño sea creador de su imaginación, limitándose a la única función que el juguete le brinda. A excepción de algunos juegos de construcción que no son demasiado refinados y permiten la creación de formas dinámicas, el juguete francés es generalmente de imitación, buscando formar niños usuarios, no creadores.
  • Reproducción de mitologías y roles de género: Barthes desvela el carácter mitológico de los juguetes infantiles, que posicionan al niño como usuario de un producto y no como creador, preparándolo así para su futura vida adulta. Además, estos juguetes reproducen una mitología relativa a los roles de género, enseñando a niños y niñas algunas de sus funciones en la vida adulta. La sociedad, de manera inconsciente, los prepara para formar parte del status quo, lo que para la sociedad ya es «algo totalmente normal».
  • Aburguesamiento en forma y sustancia: El «aburguesamiento» del juguete se manifiesta no solo en sus formas absolutamente funcionales, sino también en su sustancia. Los juguetes actuales están hechos de «materia desagradable», productos de procesos químicos en lugar de la naturaleza. El material plástico, por ejemplo, presenta una apariencia grosera e higiénica a la vez, extinguiendo el placer, la suavidad y la humanidad del tacto. La progresiva desaparición de la madera, que es ideal por su firmeza, suavidad, calidez natural y durabilidad, es un signo preocupante, ya que la madera permite una continuidad de contacto con la naturaleza y tiene una «vida póstuma» para el niño, a diferencia de los juguetes químicos que «mueren muy rápido». Los juguetes químicos introducen una «cenestesia del uso, no del placer».

En el contexto más amplio de la semiología de Barthes, los juguetes, como otros objetos, no solo transmiten información sobre su función utilitaria, sino que también comunican un sistema de signos y significados. Se convierten en «funciones-signo» que, al ser adoptadas para un uso general, son impregnadas de significado por la mente colectiva de una cultura, y luego la función misma (el objeto) lleva las connotaciones de su signo. De esta manera, los juguetes se transforman en signos que, de forma «naturalizada», construyen y perpetúan la realidad cultural y social que los niños experimentan.

Tipologías de Juguetes y Normas Transmitidas: Una Tabla Barthesiana

A continuación, se presenta una tabla que analiza diferentes tipologías de juguetes desde la perspectiva barthesiana, desglosando cómo perpetúan normas y comportamientos adultos en los niños:

Tipología de JugueteSignificante (Forma/Material)Significado (Concepto/Mensaje)Normas y Comportamientos Transmitidos
Juguetes de «Oficios Adultos» (kits de médico, soldado, peluquería, cajero, etc.)Reproducciones en miniatura detalladas de herramientas, uniformes, escenarios de trabajo, a menudo de plástico.Preparación para funciones sociales y profesionales adultas. Aceptación de la estructura laboral y burocrática de la sociedad. Familiarización con las técnicas y mitos de la vida adulta.Aceptación pasiva de roles sociales predefinidos: El niño es condicionado a ser un «pequeño propietario» y «usuario» de funciones adultas, no un «creador».
Muñecas que «Cumplen Funciones Corporales» (muñecas que orinan, lloran, etc.)Muñecas con mecanismos que simulan funciones biológicas (beber, orinar, llorar), a menudo de plástico con accesorios (biberones, pañales).Condicionamiento para la causalidad doméstica y el futuro rol de madre. Preparación para el cuidado y las responsabilidades domésticas.Perpetuación de roles de género tradicionales: Especialmente para las niñas, se les prepara para la maternidad y las tareas de cuidado.
Juguetes de «Tareas Masculinas» (cinturones de herramientas, vehículos de construcción)Miniaturas de herramientas de bricolaje, vehículos de construcción, a menudo de plástico, con un enfoque en la fuerza y la reparación.Preparación para las «tareas difíciles de la casa», el rol de «hombre fuerte». Familiarización con actividades tradicionalmente masculinas.Refuerzo de roles de género tradicionales: Para los niños, se promueve una identidad masculina ligada a la fuerza, el trabajo manual y la provisión.
Juguetes de Construcción «Refinados» (excepción de Barthes)Bloques, piezas geométricas, materiales como madera, que permiten múltiples configuraciones sin una forma final predefinida.Promueve la «demiurgia», la creación de formas nuevas y dinámicas que no tienen un nombre adulto. Fomenta la vida y el movimiento, no la propiedad.Fomento de la creatividad y la imaginación: El niño se convierte en un «creador» que inventa su mundo y no está limitado a funciones específicas, rompiendo con el condicionamiento social.
Juguetes de Plástico vs. MaderaPlástico: Material químico, frío, hueco, que se daña rápido, de apariencia grosera e higiénica. Madera: Material natural, cálido al tacto, firme, suave, duradero, poético.Plástico: Introducción a una cenestesia del uso, no del placer. Simboliza la producción en masa, la fugacidad, la ruptura del vínculo con la naturaleza. Madera: Permite una continuidad de contacto con la naturaleza, es familiar y poética. Simboliza la durabilidad, lo artesanal, el crecimiento con el niño.Consumismo vs. Conexión con la naturaleza: Los juguetes de plástico preparan para una cultura de consumo desechable, mientras que la madera ofrece una experiencia más orgánica y duradera, fomentando la apreciación de lo natural y lo artesanal.

En el informe de UNICEF, «Juegos para niñas y para varones: ¿cómo romper con los estereotipos?» se presentan los puntos relevantes que enriquecen la discusión sobre los juguetes y los roles sociales:

  • Observación de patrones de juego estereotipados: UNICEF destaca que es frecuente encontrar que a las niñas se les anima a jugar con muñecas, mientras que a los niños se les alienta a jugar a la pelota. Esta observación refuerza la idea de Barthes sobre cómo los juguetes actúan como un «microcosmos adulto», condicionando a los niños para roles predefinidos en la sociedad.
  • Impacto en las oportunidades y el desarrollo: El informe subraya que restringir o limitar las opciones de juego que se ofrecen a niños y niñas, basándose en lo establecido tradicionalmente por los estereotipos de género, condiciona negativamente sus oportunidades y su desarrollo. Esto resuena con la crítica de Barthes de que los juguetes no fomentan la creatividad del niño, sino que lo convierten en un «usuario» de un mundo preestablecido.
  • Importancia del papel de padres y educadores: UNICEF enfatiza el papel clave de madres y padres en la selección de juguetes y actividades, tanto por el tiempo dedicado a jugar como por las opciones que ofrecen.
  • Recomendaciones para promover la igualdad: Para contrarrestar los estereotipos, UNICEF recomienda:
    • Ofrecer a niños y niñas, de forma igualitaria, una variedad de juguetes y darles la libertad de probar y elegir lo que realmente les gusta.
    • Fomentar juegos que les permitan desarrollar distintas habilidades, como la lectura, escritura, aritmética, creatividad y resolución de problemas.
    • Proveer libros y materiales con historias inclusivas que celebren diversas culturas y ofrezcan representaciones positivas de los roles de género.
    • Ofrecer juguetes tradicionalmente asociados con el género opuesto, como muñecas y juguetes de cocina para niños, y actividades o deportes físicamente activos para niñas.
    • Ser consciente de cómo la publicidad y el marketing pueden reforzar los estereotipos de género y promover la exclusión. Esta última recomendación es particularmente pertinente, dado que Barthes ya criticaba la influencia de los medios de masa y la publicidad en la construcción de «mitologías» que perpetúan ciertos discursos dominantes.

En resumen, el informe de UNICEF, aunque no proporciona cifras, corrobora la persistencia de la problemática de los estereotipos de género en el juego infantil, reafirmando que los juguetes son un vehículo de socialización que, si no se maneja críticamente, puede limitar el potencial y las aspiraciones de los niños, tal como lo anticipaba el análisis semiológico de Barthes

La Pertinencia en la Cultura Contemporánea

Aunque Barthes escribió «Mitologías» en los años 50, muchas de sus ideas siguen siendo poderosamente aplicables a la cultura contemporánea. La crítica cultural de Barthes, esa «disección barthesiana de todo, sin importar cuán trivial sea,» está explotando en importancia en nuestra época, especialmente con la llegada de la blogosfera, vista como una «caja de Petri de la semiología amateur». Sin embargo, la cultura de masas ha evolucionado y se ha «naturalizado» más a fondo, haciéndose más resistente a la crítica, y a menudo la crítica misma surge desde lo más profundo de la cultura, con una actitud de aceptación.

Como influye la industria del jugete en este proceso

La industria del juguete, tal como la analiza Roland Barthes en sus «Mitologías», influye en el proceso de socialización y preparación de los niños para la vida adulta y el consumismo, a la vez que limita su creatividad e imaginación. Esta influencia se manifiesta de varias maneras:

  • Preparación para roles adultos y el status quo: Los juguetes franceses tradicionales, que Barthes observa, son esencialmente un microcosmos del mundo adulto, reproducciones a escala reducida de objetos humanos. Esto prefigura y prepara al niño para aceptar las funciones de la vida adulta en su totalidad, sin cuestionarlas. Por ejemplo, las muñecas que orinan preparan a las niñas para la «causalidad doméstica» y su futuro papel de madres. Un cinturón de herramientas para niños los socializa para ser «el hombre fuerte de la casa». Se genera en el niño la seguridad de que la «naturaleza» siempre ha creado soldados, empleados de correos y motonetas, entregándoles un catálogo de cosas que no asombran al adulto como la guerra, la burocracia o la fealdad.
  • Transformación del niño en usuario, no en creador: Ante este universo de objetos fieles y complicados, el niño se constituye apenas en propietario o usuario, jamás en creador. Se le preparan gestos sin aventura, asombro o alegría, convirtiéndolo en un pequeño propietario sin inquietudes que no necesita inventar los resortes de la causalidad adulta, pues le son proporcionados listos para usar. Barthes critica que esto impide que el niño sea creador de su imaginación, limitándose a la única función que el juguete le brinda. A excepción de algunos juegos de construcción que no son demasiado refinados y permiten la creación de formas dinámicas, el juguete francés es generalmente de imitación, buscando formar niños usuarios en lugar de niños creadores.
  • Reproducción de mitologías y roles de género: Barthes desvela el carácter mitológico de los juguetes infantiles, que posicionan al niño como usuario de un producto y no como creador, preparándolo así para su futura vida adulta. Estos juguetes también reproducen una mitología relativa a los roles de género, enseñando a niños y niñas algunas de sus funciones en la vida adulta. La sociedad, desde que son pequeños y de manera inconsciente, los prepara para formar parte del status quo, lo que para la sociedad ya es «algo totalmente normal».
  • Aburguesamiento en forma y sustancia: El «aburguesamiento» del juguete no solo se reconoce en sus formas absolutamente funcionales, sino también en su sustancia. Los juguetes actuales están hechos de una materia desagradable, productos de procesos químicos, no de la naturaleza. El material plástico, por ejemplo, muestra una apariencia grosera e higiénica a la vez, extinguiendo el placer, la suavidad y la humanidad del tacto. La desaparición progresiva de la madera, que es ideal por su firmeza, suavidad, calidez natural y durabilidad, es un signo preocupante. Los juguetes químicos introducen una «cenestesia del uso, no del placer», mueren muy rápido y no tienen vida póstuma para el niño.

Conclsiones

Barthes nos invita a cuestionar los significados subyacentes en todo lo que nos rodea, reconociendo que nuestras creencias más arraigadas a menudo constituyen «mitos», narraciones y creencias convencionales, no verdades evidentes. Su mayor aporte fue darnos herramientas para el análisis de un presente donde abundan los discursos ideológicamente marcados. Los juguetes, lejos de ser objetos inocentes, son complejos «textos objetuales» que silenciosamente, pero con gran eficacia, modelan la visión del mundo de los niños y los preparan para asumir los roles y normas que la sociedad adulta les tiene reservados. La crítica cultural de Barthes nos desafía a desvelar estas «mistificaciones» y a buscar un juego que realmente fomente la creatividad y la libertad en la infancia.

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