En un mundo saturado de información y estímulos, donde cada pantalla es un portal a infinitas voces y narrativas, la figura del «héroe» ha mutado. Lejos de los campos de batalla o los estrados políticos, los nuevos paladines de la atención residen en las plataformas digitales: TikTokers, Instagramers, YouTubers. Estas figuras, con sus millones de seguidores y su aparente espontaneidad, no solo dictan tendencias; configuran un nuevo paisaje de la escucha, un terreno fértil para la reflexión desde la semiótica de Roland Barthes. Su obra nos ofrece herramientas invaluables para comprender cómo operan estos nuevos íconos, cómo se tejen sus mensajes y, crucialmente, cómo se desdibujan los códigos de valores y sentimientos, desvinculándose de los problemas concretos y de la solidaridad.

El Acto de Escuchar según Roland Barthes: De la Alerta a la Significancia

Roland Barthes, figura central del estructuralismo y la semiología, nos invita a entender la escucha no como un mero fenómeno fisiológico, sino como una acción psicológica compleja definida por su objeto o alcance. Distinguió tres tipos fundamentales de escucha que nos permiten decodificar la experiencia moderna:

  1. La escucha de índices (alerta): Es la forma más primitiva y universal, compartida por animales y humanos. En este nivel, la audición se orienta hacia indicios que señalan una posible amenaza o promesa, como el lobo que escucha a su presa o el niño que aguarda los pasos de su madre. Es una escucha intuitiva y protectora, una alerta fundamental para la supervivencia y la constitución del espacio. Barthes destaca cómo esta escucha nos lleva a transformar lo desconocido o «insólito» en algo «distinto y pertinente».
  2. La escucha como desciframiento de signos: Propia del ser humano, esta escucha implica la decodificación de signos a través de ciertos códigos. Surge del ritmo, que Barthes considera clave para la igualdad y la diferencia, permitiendo superar lo «confuso e indiferente» y manipular el sonido que antes producía terror. Aquí, escuchar es un acto de interpretación, de desvelar lo «secreto» que se esconde bajo lo rítmico o el sonido dominado. Un bocinazo, por ejemplo, ya no es solo ruido, sino que se adscribe a una ambulancia o una bicicleta, y se actúa según un código. Este tipo de escucha se relaciona con la religión, donde la voz de Dios se convierte en «verbo» que debe ser aprendido a escuchar, y con la idea de la culpa y la norma, articuladas externamente.
  3. La escucha intersubjetiva o de la «significancia»: Esta es la forma más moderna de escucha, ligada al psicoanálisis. Se desplaza del «qué se dice o emite» al «quién habla o emite», y se concentra en lo implícito, lo indirecto, lo suplementario, lo aplazado, que va más allá del significado explícito. Barthes sugiere que una «escucha libre» es aquella que «circula, permuta, que destroza, por su movilidad, el esquema fijo de los papeles del habla». A diferencia de la música clásica que confirma expectativas, la música experimental (y por extensión, ciertas formas de arte o comunicación) obliga al sujeto a renunciar a su intimidad al escuchar «un sonido tras otro» en una «significancia en bruto y como vertical», perdiendo su construcción y exteriorizándose.

Barthes observa un desplazamiento en las sociedades tradicionales, donde la escucha era jerárquica (creyente, discípulo, paciente), hacia una escucha donde se ha «ganado terreno» para el silenciado. Sin embargo, esta «libertad de escucha» no está exenta de sufrimiento, ya que nos obliga a renunciar a la «intimidad» que coincide con el conocer según categorías previas. El poder, según Barthes, se encuentra detrás de las formas de escucha que buscan la estructura como confirmación de lo ya sabido, así como en el silencio pautado de los conciertos.

Los Nuevos Héroes Digitales y la Sociedad de la Connotación

Los TikTokers, Instagramers y YouTubers operan con maestría en la segunda y, sobre todo, la tercera forma de escucha barthesiana. Sus contenidos no se limitan a ofrecer información (desciframiento de signos); buscan generar una «significancia» que se percibe en un plano más implícito y emocional. La imagen cuidadosamente curada de un influencer, sus gestos, su vestimenta, el escenario de su video, todo forma un sistema de signos que se consume no por su denotación literal, sino por su connotación.

Barthes nos enseña que «el hombre moderno, el hombre de las ciudades, pasa su tiempo leyendo», no solo textos, sino imágenes, gestos y comportamientos. Un automóvil comunica el estatus social, una vestimenta el grado de conformismo o excentricidad. De la misma manera, la persona del influencer se convierte en un significante potente, y su «vida» o «contenido» en un significado connotado. Un outfit específico, un viaje exótico, una rutina de fitness, no son solo hechos; son significantes que remiten a significados de aspiración, éxito, autenticidad o bienestar.

Estos «héroes» son expertos en la «semiología del objeto». Los objetos que exhiben (maquillaje, ropa de marca, tecnología, decoraciones del hogar) no se valoran por su mera utilidad, sino por su «profundidad metafórica» y su lugar en un sistema de clasificación. No es el teléfono per se, sino lo que el teléfono significa en relación con el estilo de vida digitalizado y exitoso del influencer. Estos objetos, en su yuxtaposición (Barthes los llama sintagmas), construyen un sentido global, un «estilo» o una «anglicidad», trasladado a la «influencerdad».

En esta «civilización de la connotación», los mensajes rara vez son puramente denotados. Los influencers «venden» una experiencia o un ideal, no solo un producto. La publicidad, un campo que Barthes analizó extensamente, usa la denotación para «naturalizar» la connotación, reemplazando la invitación trivial a «comprar» por «el espectáculo de un mundo donde es natural comprar Astra o Gervais». Los influencers replican esto: el producto o la idea que promueven se insertan en una narrativa de vida deseable, haciendo que su consumo parezca una extensión natural de esa aspiración. Así, el lenguaje connotado de la publicidad (y de los influencers) «reintroduce el sueño en la humanidad de los compradores».

El Mito y la Desconexión de los Problemas Concretos y la Solidaridad

Aquí es donde la noción barthesiana de «mito» se vuelve crucial. Para Barthes, el mito es un «habla» que «naturaliza la historia» y «presenta lo social como natural». Es un discurso que justifica una visión dominante, a menudo ligada a los intereses de un grupo particular (la pequeña burguesía en su análisis original) que logra hacer pasar sus aspiraciones como universales. Los influencers, en este sentido, son prolíficos creadores de mitos modernos. Sus narrativas sobre el éxito individual, la belleza inalcanzable, la felicidad ligada al consumo o la superación personal sin esfuerzo visible, transforman complejos fenómenos sociales y económicos en «verdades evidentes por sí mismas».

El mito opera como un «reflejo invertido de la realidad». La vida «perfecta» de un influencer, con sus viajes, lujos y éxito, se presenta como natural, despojando de su historicidad y complejidad los procesos que la hacen posible. El trabajo arduo, las desigualdades estructurales, la precariedad económica, las presiones estéticas, son omitidos o minimizados, generando una percepción distorsionada de la realidad. Esta «naturalización» tiene la función de integrar al individuo en un determinado orden simbólico mediante la imposición de significados, a menudo a nivel latente, permitiendo que el signo sea polisémico y abierto a interpretaciones, pero siempre dentro de un marco dominante.

La consecuencia de esta mitificación es una profunda desconexión con los problemas concretos y la solidaridad. Cuando el éxito se reduce a un aesthetic o a una marca personal, los desafíos sociales y las luchas colectivas se vuelven invisibles o, en el peor de los casos, se interpretan como fallas individuales de quienes no logran alcanzar esos ideales «naturales». La empatía se diluye en la aspiración individualista. Barthes criticó el pansemiologismo que reduce toda realidad social a códigos, negando el papel del sujeto y la historia. El análisis puramente semiológico, aunque potente, necesita ser complementado con una aproximación sociosemántica y pragmática que sitúe el discurso en su contexto social, en el conflicto de intereses de los actores reales.

Aportaciones Filosóficas Complementarias

  • La Acustemología de Steven Feld: Esta perspectiva, que aborda la historia desde un enfoque antropológico situando la experiencia social de la escucha, nos permite entender el ruido (o el sonido, la voz del influencer) como un fenómeno sociocultural que distingue tipos de ciudadanos. En el contexto digital, la acustemología nos ayuda a analizar cómo los influencers y sus seguidores construyen «culturas aurales» específicas, donde ciertas sonoridades o formas de hablar (o incluso el «silencio» estratégico) se legitiman y otras se marginan.
  • La Antropología de la Experiencia: Al considerar la historia como un «lugar etnográfico» y trabajar sobre la «narrativa de la percepción», podemos interpretar cómo los influencers configuran imaginarios urbanos (o globales) de la sonoridad y la visibilidad, influyendo en la producción social de una «escucha moderna» que valora ciertos «efectos acústicos» o visuales por encima de otros.
  • Crítica del Poder y la Normalización (Foucault y Adorno/Kant): Aunque Barthes no se centra explícitamente en el poder en su teoría de la escucha, la mención de la escucha en relación con la confesión y el gobierno de la conducta resuena con Foucault. Los influencers, al establecer «normas» estéticas o de comportamiento, ejercen una forma de poder blando que lleva a la internalización de ideales. Adorno y la interpretación kantiana de la libertad (la interiorización de la norma, la ley articulada externamente) nos alertan sobre cómo los seguidores pueden adoptar los «deberes» y «mandatos» (implícitos o explícitos) del influencer, confundiendo esa internalización con libertad personal.
  • El Legado de Saussure y Lévi-Strauss: Barthes aplicó el rigor de la lingüística estructural de Saussure (la lengua como sistema de oposiciones que genera sentido) a todos los fenómenos sociales, creando una semiología general. De Lévi-Strauss, Barthes tomó la idea de los sistemas culturales como sistemas de signos y la aplicación del método estructural a diversos campos. Los influencers pueden verse como constructores de estos sistemas de signos, donde cada elemento de su contenido adquiere sentido en relación con otros, generando «haces de relaciones» que constituyen el «sentido».
  • La Crítica al Estructuralismo: A pesar de su utilidad, el estructuralismo ha sido criticado por su «pansemiologismo» que reduce toda la realidad social a códigos, negando el papel del sujeto y la historia. Si bien Barthes ofrece herramientas para «desocultar» significados latentes, es fundamental que el sociólogo vaya más allá del formalismo para comprender el discurso como una práctica social en un contexto de conflictos de intereses y relaciones de poder. El estudio de los influencers no puede limitarse a la «geometría formal» de su enunciación, sino que debe integrar la «materialidad social del lenguaje» y los «marcos que hacen comprensibles los discursos», es decir, el rol activo de los actores y los contextos concretos.

Conclusión: Hacia una Reconfiguración de la Escucha y la Acción

Los nuevos héroes digitales son síntomas y agentes de la sociedad de la connotación. Su impacto en la escucha es innegable: nos entrenan para decodificar lo implícito, lo aspiracional, lo mítico, a menudo a expensas de lo concreto y lo solidario. La semiología de Barthes nos proporciona un faro para navegar este paisaje, desvelando cómo la «naturalidad» de un contenido o un estilo de vida es, en realidad, una construcción ideológica.

El desafío no es demonizar a estas figuras, sino desarrollar una «escucha libre» crítica. Una escucha que no solo consuma significados, sino que cuestione cómo se producen, a quién sirven y qué realidades ocultan. Esto implica ir más allá del mero desciframiento de signos y de la pasiva absorción de la significancia, para interrogar activamente la «lógica de lo ya-leído» que estructura el mundo narrativo y cultural que nos rodea. Solo así podremos transformar la pasividad de la «escucha-obediencia» en una escucha activa que fomente la solidaridad y aborde los problemas concretos, recuperando el valor de la acción en un mundo saturado de imágenes y aspiraciones míticas.

Tabla Resumen: Conceptos de Barthes y su Aplicación a los Nuevos Héroes Digitales

Concepto de BarthesDefiniciónAplicación a los Nuevos Héroes Digitales
Tipos de Escucha
1. Escucha de Índices (alerta)Escucha intuitiva y protectora ante indicios de amenaza o promesa, compartida con animales.La atención inicial que genera el contenido (sonido llamativo, imagen impactante) para captar al público y situarlo en el «espacio» del influencer.
2. Escucha de Desciframiento de SignosEscucha humana que decodifica signos según códigos preestablecidos; busca lo secreto bajo el sonido dominado.El consumo de contenido como decodificación de tendencias, estilos de vida o informaciones (códigos de moda, belleza, fitness). El público «lee» el mensaje según su cultura y expectativas.
3. Escucha Intersubjetiva (Significancia)Escucha moderna que busca lo implícito, lo indirecto, lo aplazado, lo inconsciente, más allá de lo dicho. Implica una «escucha libre» que rompe esquemas.El consumo emocional y aspiracional del contenido, donde el seguidor busca una conexión con la persona del influencer, interpretando significados latentes y proyecciones de sí mismo.
MitoUn «habla» que naturaliza la historia y presenta lo social como natural; justifica un discurso dominante al transformar sus intereses particulares en universales.La naturalización de estilos de vida aspiracionales (lujo, belleza, éxito fácil) como «normas» o verdades universales, ocultando los procesos complejos y las desigualdades sociales que los subyacen.
Significante / SignificadoComponentes del signo. El mito es un sistema secundario donde el signo (objeto + imagen) actúa como significante de un significado oculto.La persona del influencer (su imagen, su marca personal) es un significante que remite a un estilo de vida aspiracional. El «contenido» literal es la superficie para significados connotados que el público consume.
ConnotaciónSegundo sentido, difuso e ideológico, ligado a la comunicación de masas. Los mensajes son percibidos como connotados.Los mensajes de los influencers operan principalmente a nivel connotado, reintroduciendo el «sueño» y temas humanos universales, a menudo enmascarando intenciones comerciales o realidades complejas.
Semiología del ObjetoEstudio de los objetos como signos, que poseen coordenadas simbólicas y taxonómicas, no solo utilitarias. Su valor radica en lo que significan dentro de un sistema.La imagen del influencer (ropa, coches, accesorios, entorno) como un sistema de signos que comunica estatus, identidad o aspiraciones, cuyo valor no es utilitario sino simbólico y social.
«Libertad de Escucha»Deseo de una escucha que «circula, permuta, que destroza el esquema fijo de los papeles del habla», y que no se basa en la repetición.La ilusión de autenticidad y libertad en el consumo de contenido, donde la «influencia» opera subrepticiamente. La aparente ruptura de esquemas de los influencers puede ser, en sí misma, una nueva codificación.
Crítica al Formalismo / Necesidad de lo SocialLimitaciones de reducir la realidad social a códigos. Necesidad de considerar a los actores sociales, sus prácticas y los contextos concretos para una interpretación completa.Reconocer que, si bien Barthes proporciona herramientas valiosas, un análisis completo requiere ir más allá de la estructura del mensaje para entender la agencia de los influencers, sus audiencias y las condiciones socio-históricas de sus discursos y de la desconexión con la solidaridad.

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