La Navidad siempre me obliga a bajar el ritmo. A mirar el año que se va sin filtros y a pensar en el que viene sin demasiadas expectativas irreales. No para sacar conclusiones definitivas, sino para hacerme algunas preguntas incómodas.

Sigo teniendo la sensación de que, como sociedad, hablamos mucho de inclusión, diversidad, respeto o igualdad, pero avanzamos más despacio de lo que creemos. No porque falten ideas, sino porque a veces falta voluntad, paciencia o simplemente escuchar al otro sin ponerse a la defensiva.

Internet es un buen ejemplo de ello. Para mí sigue siendo un espacio lleno de posibilidades pero también de demasiada agresividad, polarización y ruido. No siempre es fácil mantener conversaciones honestas sin que todo termine convertido en bandos enfrentados.

De cara a 2026 no espero grandes cambios ni soluciones mágicas. Me conformo con algo más pequeño y, quizá por eso, más real: ser más consciente de cómo participo, de cómo opino y de cómo trato a los demás, incluso cuando no comparto su punto de vista. Sé que ahí empieza cualquier cambio que valga la pena.

Este blog seguirá siendo mi espacio para pensar en voz alta, equivocarme, aprender y ajustar ideas. Sin discursos perfectos ni mensajes prefabricados. Solo con la intención de entender un poco mejor el mundo que compartimos.

Feliz Navidad 2025.
Ojalá 2026 nos encuentre un poco más atentos, menos reactivos y algo más honestos con nosotros mismos.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

frase de la semana

«La experiencia no tiene valor ético alguno, es simplemente el nombre que damos a nuestros errores»

Oscar Wild